El colesterol, más allá de lo conocido de forma generalizada en la sociedad, es una hormona que desempeña funciones tan importantes como la fabricación de:
- Cortisol
- Hormonas sexuales
- Vitamina D
- Ácidos biliares
- Además de otras funciones a nivel de sistema nervioso central, ya desde edades muy tempranas, como la formación de mielina en la infancia.
Se recomienda mantener el colesterol por debajo de los 200-220 mg/dL, aunque algunas guías hablan de 250 mg/dL (valores en pacientes sanos).
Popularmente se conocen dos tipos de colesterol: “el malo” técnicamente LDL y el “bueno” HDL.
¿Porqué se conoce al colesterol LDL (Low Density Lipoprotein) como el “malo”? El colesterol LDL son pequeñas partículas que, cuando sobrepasan los niveles recomendados, nuestro organismo intenta controlar acumulándolas en la pared de los vasos sanguíneos (depósitos grasos). Esto acaba provocando aterosclerosis, a la vez que endurecimiento y estrechamiento de la luz del vaso sanguíneo.
Los depósitos grasos que se forman en los vasos sanguíneos por el LDL elevado dificultan que la sangre fluya de manera correcta a través de las arterias. A consecuencia de esto el corazón no recibe la sangre en las mejores condiciones que necesita (la sangre transporta oxígeno) y esto nos aumenta el riesgo de eventos cardiovasculares, ya sea a nivel coronario como cerebrovascular.
El LDL alto por si mismo no provoca síntomas pero si puede causar consecuencias a nivel inflamatorio y eventos mayores cardiovasculares como los comentados.
Es muy recomendable mantener las cifras de colesterol LDL por debajo de 130 mg/dL en condiciones normales.
¿Porqué se conoce al colesterol HDL (High Density Lipoprotein) como el “bueno”? El colesterol HDL se encarga del transporte reverso del colesterol y recoge el exceso de colesterol de la periferia y lo devuelve al hígado para ser eliminado. Es muy recomendable mantener las cifras de colesterol HDL por encima de 45-50 mg/dL.
Entonces, ¿esto quiere decir que cuánto más alto tenga el colesterol HDL mejor para mi salud? No, ya que una elevación exagerada del mismo puede significar (según los condicionantes personales de cada paciente) que existe una inflamación.
¿Cuando se considera hipercolesterolemia familiar? A pesar de necesitar diversos criterios para confirmar el diagnóstico se precisa una cifra de colesterol mayor de 290 mg/dL (LDL mayor de 190 mg/dL)
Los problemas de colesterol elevado pueden ser de causa genética o por mantener en el tiempo hábitos no saludables. A pesar de eso hay que saber que la dieta tan solo aporta un 25% del total del colesterol (exógeno), siendo el resto fabricado por el hígado (endógeno). ¿Donde está el secreto entonces? En la forma en que nuestro organismo responde al colesterol, por otros factores inflamatorios que pueden acompañar situaciones de inflamación de bajo grado (sobrepeso, resistencia a la insulina, resistencia a la leptina, estrés, alteraciones de la microbiota…) u otros factores de riesgo cardiovascular (tabaco, sedentarismo…).
A todo esto se le puede añadir un posible aumento de los triglicéridos (TG), una de las partículas responsables de complicar aún más la situación, pudiendo aumentar la cifra de colesterol LDL.
En todos los casos las alteraciones de las cifras de colesterol son susceptibles de mejora con tratamiento.
Factores de riesgo:
- Mala alimentación (principalmente grasas saturadaras y grasas trans, hidratos de carbono y azúcares refinados, comidas procesadas…)
- Obesidad (Índice de Masa Corporal de 30 o superior).
- Perímetro abdominal (en hombres superior a 102 cm y mujeres superior a 89 cm).
- Falta de ejercicio (vida sedentaria)
- Tabaquismo
- Enfermedades coadyuvantes como la Diabetes Mellitus
Como tratarlo:
La base del abordaje de la hipercolesterolemia tanto desde el punto de vista de tratamiento como de la prevención de una hipercolesterolemia se basa en una dieta adecuada y en seguir un estilo de vida “antiinflamatorio”.
Se ha demostrado que los marcadores cardiovasculares (triglicèridos, colesterol, LDL, HDL, glucosa, presión sanguínea y circunferencia de cintura) mejoran sobretodo con una dieta baja en hidratos de carbono y sobretodo baja en azúcares refinados y comida procesada. Es más, está demostrado que la incorporación de grasas en la dieta es recomendable, pero, ¿como hacerlo?
Por una parte deberíamos aumentar el consumo de:
- Grasas monoinsturadas: aceite de oliva (recomendable virgen extra), aceitunas, aguacate y frutos secos naturales (no fritos ni tostados).
- Grasas poliinsaturadas: semillas de lino, sésamo y chia, pescado azul (sardinas, atún, salmón, caballa… – Ácidos grasos Omega 3), nueces y Ácidos grasos Omega 6.
- Fibra: fruta, verdura, legumbres…
- Micronutrientes: Vitamina B3 – Niacina (presente en alimentos de origen animal, guisantes, arroz integral, verduras de hoja, setas, champiñones y aguacate), Vitamina C (presente en frutas y verduras), calcio y vitamina D (presente de forma importante en pescados azules, aguacate y yema del huevo).
- Polifenoles, flavonoides y antioxidantes: presentes en frutas como cítricos o uva roja (resveratrol), cebolla, coles…
Por otra parte reducir el consumo de:
- Grasas saturadas
- Grasas hidrogenadas y trans: presentes en alimentos procesados y ultraprocesados, bollería, pastelería industrial, alimentos precocinados, snacks…
En caso de persistencia de cifras altas de colesterol a pesar de una correcta alimentación y estilo de vida podemos valorar aplicar tratamiento.
-De forma alopática con estatinas (simvastatina y atorvastatina como las más conocidas…). Este tipo de fármacos inhiben la enzima 3-hidroxi-3-metilgutaril conezima A reductasa al principio de la ruta del mevalonato. El colesterol se sintetiza a través de esta ruta.
Este tipo de tratamiento no está exento de efectos secundarios, entre los cuales podemos destacar:
- Dolor y alteraciones a nivel muscular (mialgias y miopatias)
- Astenia.
- Inflamación hepática con elevación de transaminasas (recomendable realizar controles analíticos de forma periódica para valorar estas posibles alteraciones)
- Aumento del nivel de azúcar en sangre y como consecuencia diabetes méllitus tipo 2.
- Rigidez articular
-De manera fisionutricional podemos abordar la hipercolesterolemia con levadura de arroz rojo + Q10
La EFSA (European Food Safety Authority) asegura que consumir 10 mg diarios de monakolina K contribuye a mantener concentraciones normales de colesterol en sangre. Precisamente podemos encontrarla en la levadura de arroz rojo.
La coenzima Q10 actuará en el mismo punto donde lo hacen las estatinas ayudando a mejorar la síntesis de colesterol.
Tanto en un tipo de tratamiento (estatinas) como en el otro (fisionutrición) realizaremos una toma única por la noche.
Por otra parte, la micoterapia es otra opción de tratamiento muy válida. Debido a su contenido en lentinano, el hongo Shiitake es muy eficaz en el control del colesterol, ya que disminuye el colesterol LDL y aumenta el HDL. Demuestra una actividad hipocolesterolémica con efecto de reducción y excreción fecal del LDL después de su consumo. Posee una potente acción a nivel cardiovascular. Regula el metabolismo lipídico actuando sobre la expresión de genes implicados en la aparición de aterosclerosis. Regula el nivel de ácidos grasos en general.
A diferencia de las estatinas, su toma se distribuye en distintas tomas al día, hasta un máximo de 900 mg.
Otras sustancias naturales que podemos añadir a nuestra dieta y que pueden ayudarnos a reducir el colesterol son:
- Alpiste
- Ajo
- Maíz
- Espino blanco
- Ortiga verde
- Alfalfa
- Ginseng
- Diente de león