La melatonina es una hormona segregada por la glándula pineal, situada en el centro del encéfalo. No solo se encuentra en humanos sino que también podemos encontrarla en animales, plantas, hongos, bacterias y algunas algas.
Sus funciones son múltiples, y participa en diversos procesos celulares, neuroendocrinos y neurofisiológicos, siendo sobretodo importante en el sistema inmunitario, en la apoptosis (muerte programada) celular, a nivel gastrointestinal, como antioxidante y en sistemas corporales tan importantes como el sistema nervioso o el reproductivo.
A pesar de ser una hormona que el cuerpo humano no produce en el momento del nacimiento puesto que éste aprovecha la melatonina que le llega a través de la placenta (por eso los niños prematuros pueden tener problemas con el ciclo sueño-vigilia), su producción y secreción aumenta luego hasta la pubertad, cuando desciende ligeramente para volver a aumentar hasta los 35-40 años, cuando se estabiliza, y a partir de los 55-60 empieza una disminución progresiva en la producción de la misma, condicionando una pérdida de su capacidad cronobiótica.
A la vez existe una relación inversamente proporcional entre la melatonina y el cortisol, ya que los ritmos circadianos (vigilia y sueño) tienen una vital importancia en el metabolismo y funcionamiento de estas dos hormonas.
Si la melatonina es básica para mantener un correcto descanso nocturno el cortisol es indispensable para empezar el día al 100% y con la capacidad intacta para afrontar las necesidades y exigencias de nuestra vida. Una alteración de esta homeostasis hormonal se traducirá en infinidad de síntomas y alteraciones a nivel orgánico.
La luz del día emite una señal a través de los ojos que llega hasta el núcleo supraquiásmático, que acaba emitiendo órdenes de generar cortisol (cortisol awaking response) si esta luz es diurna o melatonina si la luz es nocturna, regulando así el ciclo día-noche en nuestro organismo. Esta melatonina, se produce en la glándula pineal a partir de serotonina.
Los ciclos de melatonina y cortisol forma un “baile” perfectamente orquestado y dirigido por sus directores de orquesta respectivos, la glándula pineal en el caso de la melatonina y el hipotálamo en el caso del cortisol, mediados por sus hormonas precursoras (CRH y ACTH). El pico de melatonina se produce sobre la 2 a las 3 de la noche mientras que el del cortisol sucede a partir de las 6 o las 8 de la madrugada.
Todas las células de nuestro cuerpo tienen y mantienen su ritmo circadiano y se sincronizan para que todo el cuerpo vaya a la par, primero según lo dictado por el nucleo supraquiasmático y siempre gracias a los factores estimuladores periféricos. El simple hecho de comer “fuera de horas” puede provocar un aumento de peso, un acúmulo de grasa, una cada vez mayor inflamación, etc… aunque la dieta sea la misma dieta que realiza otra persona que realice las comidas a las horas “normales”. Este hecho se considera un “insulto circadiano” y puede conllevar modificaciones de estimulación y control hormonal.
Algunos tipos de alteración del sueño, sobretodo relacionados con alteraciones primarias del ritmo, o secundarios a otros estados como puede ser el jet-lag, el envejecimiento, algunas patologías y síndromes cerebrales y la realización de turnos laborales, dependen precisamente de una alteración en la regulación de este reloj biológico controlado por la melatonina y el cortisol, provocando entre otros síntomas, alteraciones del ritmo sueño/vigilia.
La cada vez más frecuente interaccción con las pantallas de luz (móviles, tabletas, ordenadores, televisión…) en horario nocturno hace que produzcamos menos cantidad de melatonina, aunque en un principio podamos llegar a dormir sin problemas, pudiendo llegar a alterar bioritmos y factores controlados por dicha hormona… Aún así solo por el hecho de modificar la generación normal de melatonina no es nada recomendable el contacto con las pantallas a partir de ciertas horas nocturnas.
Síntomas del déficit de melatonina:
FINAL –> Conclusiones a tener en cuenta:
· La regulación circadiana de los procesos biológicos nos permite reaccionar de una manera predictiva y no reactiva a los ciclos de luz-oscuridad.
· Frecuentar espacios al aire libre y vivir de forma coherente a la presencai de luz natural es de suma importancia para mantener unos hábitos básicos correctos.
· La importancia de la exposición a la luz matutina y la necesidad de reducir la iluminación nocturna para regular el ritmo circadiano correcto. Si es necesario intentemos evitar gafas de sol durante las horas diurnas para no dar señales confusas a nuestro núcleo supraquiasmático así como utilizar filtros de pantalla en nuestros dispositivos móviles sobretodo en horas nocturnas.