Hablar de adicción es un tema complejo. Primero deberemos diferenciar entre conductas de uso, de abuso y dependencia. A veces se producirá una escalada del uso a la adicción, y a veces una conducta abusiva ya será un problema digno de tratamiento, pero otras no. También será importante tener claro que cuando hablamos de adicción, no solo hablamos de drogas, ni tan siquiera de sustancias en concreto, sino de cualquier conducta que nos lleve a generar una dependencia hacia algo. ¿Cómo se crea una adicción?
Determinadas sustancias suponen un incremento en la disponibilidad de dopamina, mucho más potente que la que tendríamos de forma natural, multiplicando el efecto placentero y motivando a repetir la acción. De nuevo más dopamina y más impulso a seguir… Cuando estimulamos excesivamente el circuito de la recompensa, se dan cambios bioquímicos a nivel cerebral que fortalecen el vínculo adictivo, modificando nuestra relación con el entorno.
Algunos temas cotidianos que estimulan en exceso…
- Alguien que no necesita esforzarse para conseguir las cosas. Puede tenerlas de manera inmediata, obteniendo a priori placer por la rápida recompensa. Recompensa que acaba perdiendo el sentido tras su fácil repetición…
- Persona que a menudo consume productos muy apetitosos, con azúcares y sabores artificialmente buenísimos. Además, puede tomarlos siempre que le apetezcan, ya que siempre los tiene a mano. De nuevo, obteniendo placer de manera rápida y sin esfuerzo.
Este centro de la recompensa queda boicoteado, las cosas que naturalmente nos dan placer dejan de hacerlo, por lo que nos orientaremos hacia sustancias que amplifiquen esta sensació. Experiencias más fuertes o conductas que faciliten una descarga de dopamina inmediata y que repetiremos en exceso. Perdemos el sentido, perdemos el control.
Como vengo diciendo, una adicción puede darse sin probar las drogas, y sin participar en actividades consideradas “problemáticas” (por ejemplo el juego). Sino que puede crearse con cualquier cosa que nos resulte placentera, a partir de su repetición excesiva. Pero repetir, repetir y repetir no es sólo la razón para volvernos adictos.
Algo más complejo…
Hay tener en cuenta factores genéticos, de aprendizaje, emocionales y motivacionales. Si biológicamente su estructura y funcionamiento le predispone más que a otras. Cómo ha sido educada y qué ha aprendido. Cómo es su autoconcepto y creencias. Qué recursos tiene. Con qué le conecta emocionalmente aquella conducta que le genera adicción. Qué rol y función tiene en un sistema. Si se encuentra en un entorno más o menos saludable. Si dispone de recompensas naturales, o la mayoría son o están solapadas por algo artificial.
Si bien es cierto que determinadas cosas estimulan y corrompen el circuito de la recompensa, facilitando que se cree una adicción, demonizar una sustancia o acción en concreto no será la respuesta ni la solución. Deberemos luchar por cambiar hábitos. Trabajar recursos, creencias y emociones. Cambiar la manera de relacionarnos con la vida en general. Consultar y trabajar con un especialista en psicología y adicciones, puede ser un buen paso. Además, hay pequeñas acciones que pueden ayudar, en general, a recuperar el circuito de la recompensa y sentir las cosas más gratificantes.